Berlín montará La ópera de los tres centavos, dirigida por Klaus María Brandauer
La gente que ve al teatro como un foro de discusión social tiene en él a un interlocutor vigente, afirma a La Jornada Hans Thies Lehmann, catedrático de la Universidad de Francfort
Bertolt Brecht y Ruth Berlau, en 1938. Berlau fue una de las amantes del dramaturgo, quien definió la relación que tenían como "el paradigma del amor". Ella lo acompañó en varias etapas de su vida
Berlin, 13 de agosto. Este lunes se conmemora el 50 aniversario de la muerte del dramaturgo y poeta alemán más influyente del siglo XX: Bertolt Brecht. Alemania celebra por todo lo alto a uno de sus hijos más brillantes, que marcó el pensamiento político y la literatura, y transformó el panorama teatral europeo dando paso a una diversidad de expresión dramatúrgica impensable sin su legado.
Brecht se oponía al drama como representación ilusoria y vacía de la realidad, un mero entretenimiento melodramático que despertara emociones en un espectador pasivo. Quería un teatro analítico que propiciara la reflexión y el cuestionamiento. Con este objetivo fundó el teatro épico que, por medio de diversos recursos como el llamado efecto de distanciamiento, propiciara en el público una actitud crítica y racional.
"Colocó la piedra angular de un nuevo estilo dramatúrgico transformando profundamente la percepción del teatro", dijo en entrevista con La Jornada el crítico y catedrático de la Universidad de Francfort, Hans Thies Lehmann. "Mucha gente que hace teatro y que lo entiende como un momento de intervención social, como un foro de discusión que se abre a la ciudad y a la opinión pública, encuentra en Brecht un vínculo", afirmó.
Compañías teatrales en todo el mundo han seguido su escuela con lo que ya hay un teatro brechtiano sin Brecht, en donde está presente su influencia a pesar de que ni se le mencione. "Al mismo tiempo, Brecht sigue siendo un clásico, cuyos textos son equiparables a las obras de Shakespeare o Goethe", señaló Lehmann.
El tercer elemento que hace de Brecht una figura de referencia fueron las enormes contradicciones sociales que abordó y que no han desaparecido, aunque ahora no sean descritas según el discurso marxista de lucha de clases de aquel tiempo. "Los conflictos sociales entre ricos y pobres, entre explotados y explotadores en las distintas regiones del mundo, la competencia global, la destrucción del individuo por los mecanismos del mercado y la industria, todos estos problemas no han sido resueltos, y el interés por Brecht significa que tenemos las mismas interrogantes", subrayó Lehmann.
La ópera de los tres centavos en el Palacio del Admiral
La dramaturgia épica se centra en el hombre y su destino, denuncia la brecha social que provoca el avance capitalista, el desamparo, la maldad y la falta de moral imperantes en la sociedad, males que deben ser superados por una comunidad solidaria. Este es el planteamiento central en La ópera de los tres centavos, estrenada en 1928, obra ardientemente antiburguesa, que trata de prostitutas, vividores, mendigos y delincuentes, que se convirtió en la pieza más exitosa de su tiempo. Musicalizada por Kurt Weill, es probablemente la más famosa internacionalmente del repertorio brechtiano.
Fastuosa representación
En Berlín, donde Brecht murió, la obra será nuevamente puesta en escena bajo la dirección del austriaco Klaus María Brandauer y contará con una sensación en el reparto. Campino, el cantante de la banda punk alemana Toten Hosen, interpretará el papel de Mackie Messer. Otro superlativo es que la obra reinaugurará el Palacio del Almirante (Admiralpalast), un emblemático complejo histórico que fue cerrado en 1997 y parecía condenado a ser demolido. Un grupo de inversionistas destinó más de 3 millones de euros para devolverle el brillo original que tuvo cuando fue inaugurado en 1911. El teatro gozó de enorme popularidad en los años 20, cuando el edificio albergaba baños termales, una pista de patinaje sobre hielo, cafeterías, una peluquería y hasta un burdel de lujo.
En la competencia por los homenajes al gran dramaturgo, el teatro de la Berliner Ensemble, fundado y dirigido por Brecht en el antiguo Berlín Oriental, no podía quedarse atrás. Su director Claus Peymann, ha organizado un Festival Brecht que acogerá puestas en escena de teatros europeos, conciertos, exposiciones, conferencias, ciclos de cine y talleres de teatro. Anoche se celebró una "gala Brecht" en el Berliner Ensemble, en la que participaron cantantes, actores, músicos, escritores y políticos, cuyos relatos, canciones y actuaciones giraron en torno al autor. Entre ellos estuvieron el escritor español Jorge Semprún, el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, y el cantante Wolf Biermann. Por si fuera poco, frente al teatro ha sido levantada una figura monumental que simula al genial dramaturgo y emula su voz. Se oye a Brecht recitando sus poemas, cantando y hasta profiriendo insultos.
Brecht y la muerte
Su natal Augsburgo, en Baviera, se sumó a los homenajes con un festival de cuatro días. El ministro de cultura, el democratacristiano Bernd Neumann, elogió al escritor llamándolo un intelectual que comprendió la aspiración humana de alcanzar un mundo mejor. La ciudad también fue escenario del 12 simposio de la Sociedad Internacional Brecht, que busca cumplir con el deseo del dramaturgo de continuar como una presencia perturbadora. Investigadores de distintas universidades y disciplinas, provenientes de numerosos países, asistieron al encuentro de cuatro días que tuvo como tema central Brecht y la muerte.
Eugen Berthold Friedrich Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo. Era un niño tímido y enfermizo, muy apegado a su madre, padecía del corazón. Vio de cerca la muerte a los 13 años, cuando tuvo un primer ataque cardiaco. "Ese dolor lo tiraba al suelo, se apoderaba de él y le provocaba pavor", afirmó el catedrático Ronald Speirs, de la Universidad de Birmingham, quien pronunció el discurso inaugural en Augsburgo. "Así se comprenden muchas cosas de su vida y obra, el papel de Don Juan, de gran seductor. Ese enfrentamiento con la muerte tuvo un efecto sexualizante sin duda", afirma.
A los 16 años frecuentaba un burdel y hasta los 20 perseguía a por lo menos ocho muchachas. Una de ellas, Paula Banholzer, tuvo a su primer hijo, ilegítimo. Durante sus años universitarios en Munich escribió su primera obra teatral, Baal, cuyo personaje estelar es un poeta y asesino bisexual.
"Los primeros textos de Brecht reflejan esos escenarios subconscientes que uno conoce en la investigación como neurosis cardiaca", dijo el sicoanalista Carl Pietzcker, de la Universidad de Friburgo. "Brecht estuvo acosado por fantasías subconscientes que lo desgarraban entre el anhelo de la figura materna y la búsqueda de independencia. La mujer y la figura materna representan el éxtasis, pero también un peligro. Ver el peligro y vivir el éxtasis es el joven Brecht, y esa es precisamente su estrategia en el teatro épico. Con la seguridad de los mecanismos de distanciamiento, Brecht se acerca cada vez más hasta convertirse en espectador del hundimiento. Eso se ve en su obra Madre Coraje y sus hijos, que vive tiempos horribles y en donde Brecht analiza lo que sucede, vive sus fantasías y experimenta el gusto por el hundimiento transformando todo esto en literatura grandiosa".
Relaciones turbulentas
En 1922, cuando Brecht tenía 24 años, recibió un premio por su obra Tambores en la noche. Ese año se casó con una cantante de ópera, Marianne Zoff, pero el nacimiento de la hija de ambos, Hanne, marcó el fin de la relación. Después de Munich, el joven dramaturgo se mudó a Berlín, donde reinaba una vida cultural efervescente. Ahí se dedicó a una nueva conquista: la actriz vienesa Helene Wiegel. Ella fue la mujer de su vida, pero no la única. Tuvo intensas relaciones con otras mujeres y fueron ellas quienes escribieron buena parte de sus textos, lo que le valió la fama de explotador.
"No era un feminista en sus relaciones personales. Era más bien un macho", dice la investigadora alemana Ana Kugli, quien ha estudiado el papel de las mujeres en su vida y obra. "Si uno lee sus textos sin conocer antes su biografía, se encuentra uno ante un Brecht que sabe muy bien cómo vivieron las mujeres de su tiempo, que eran dependientes económicamente de sus padres o de sus maridos, que no tenían ninguna otra opción que no fuera casarse bien", dijo.
Brecht se convirtió en convencido comunista y persiguió objetivos políticos en su obra, sin embargo, nunca formalizó su militancia ingresando al partido. Trabajó en Berlín hasta 1933, cuando Hitler subió al poder. Su obra fue prohibida, sus libros quemados y la represión lo empujó al exilio. Primero emigró a Austria, luego a Dinamarca, después a Finlandia y Suiza, y posteriormente, Estados Unidos. Ahí intentó en vano trabajar como guionista para la industria de Hollywood. En 1947 fue acusado de realizar actividades antiestadunidenses y escapó a Suiza antes del estreno de su obra
La vida de Galileo Galilei, en Nueva York. "Nuevamente se dice que Estados Unidos es una teocracia, con políticos que se reservan el derecho de decidir qué está bien y qué está mal, igual que Adolfo Hitler", dijo el profesor de teatro Stuart McDowell, de la Universidad de Ohio. "Vivimos en un mundo en el que el capitalismo es dominante, igual que en los años 20, hay que tener cuidado. Pero ya desde entonces Brecht descubrió que hay que reflexionar sin perder el sentido del humor, lo que Estados Unidos no tiene actualmente", afirmó.
La economista griega Nadia Valavani, investigadora de la obra de Brecht, cuenta que descubrió al dramaturgo cuando tenía ocho años. "De niña solía decir mentiras y tenía muchas dificultades para recordar qué había dicho a quién, así que pensé que sería mucho más fácil decir la verdad. Mi padre se había suscrito a una revista cultural de izquierda y un ejemplar cayó en mis manos con un poema de Brecht titulado Cinco dificultades para decir la verdad. Fue un shock para mí enterarme de que puedes tener igual o hasta más problemas si dices la verdad. Ya de grande comprendí que Brecht tenía razón, la situación política en Grecia durante la dictadura era tal que decir la verdad podía costarte la vida.
Desde 1944 hasta 1974 la obra de Brecht estuvo prohibida en Grecia, pero al caer la dictadura se produjo casi un auge del autor. "Todo mundo quería escenificar sus obras. Fueron llevadas hasta los lugares más remotos para que las vieran los campesinos y los trabajadores", recordó.
Brecht escribió numerosos textos en prosa y en verso, así como más de 40 obras de teatro. Desde su muerte, el 14 de agosto de 1956, a los 58 años, el mundo no se ha vuelto mejor. Tal vez a eso se debe el renovado interés por su obra y su pensamiento, más allá de la particular situación de cada país.
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