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martes, noviembre 21, 2006

Trabajadores inmigrantes logran histórico triunfo laboral en Estados Unidos con el apoyo de trabajadores negros y blancos (Carolina del Norte/Nov 19)


Trasnacional cesará los despidos con el pretexto de respetar leyes de migración

Mexicanos, la mayoría de los empleados que se organizaron en Carolina del Norte

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 19 de noviembre. La huelga espontánea realizada por más de mil trabajadores, en su gran mayoría migrantes mexicanos, en la planta procesadora de carne de puerco más grande del mundo, resultó en un triunfo sin precedente cuando la empresa cedió al suspender su práctica de despedir a trabajadores bajo pretexto de las leyes de migración, aceptó restituir a decenas de cesados y negociar por primera vez en su historia con representantes de los trabajadores sobre el asunto.

La rebelión laboral estalló el jueves en el rastro y centro de procesamiento de Smithfield Packing Company, en Carolina del Norte, en respuesta a notificaciones de que la empresa continuaría despidiendo trabajadores que no pudieran comprobar su documentación, por lo cual ya había cesado a unas 50 personas el último mes. Durante el turno de la mañana del jueves, cientos empezaron a abandonar sus puestos en la megaplanta en el pueblo de Tar Heel, donde 5 mil 500 trabajadores procesan 32 mil animales cada 24 horas para la trasnacional dedicada al empaque de carne de puerco. Corrió la voz al suspenderse actividades en la línea de procesamiento, y cientos más se sumaron, casi todos mexicanos, pero incluyendo también trabajadores africano estadunidenses y anglos.

Frente a las rejas al salir corearon "justicia" en español e inglés y "sí se puede". El viernes, cientos más llegaron a las puertas para su turno pero rehusaron entrar. "Si iban a despedir a alguien más, nos tendrían que despedir a todos", afirmó Héctor Rodríguez, uno de los trabajadores, a Newsweek.

La empresa insistió en que sólo estaba cumpliendo con las leyes de migración bajo órdenes del Departamento de Seguridad Interna al revisar los documentos de sus trabajadores, y que cientos de ellos no habían logrado comprobar su estancia legal en el país. A la vez, culpó al sindicato nacional de trabajadores de la rama alimenticia UFCW, que ha buscado sindicalizar la planta durante una década y que en los dos últimos años ha intensificado el esfuerzo. Sin embargo, el sindicato dijo que no había organizado la acción y que los trabajadores sólo habían acudido a éste para pedir apoyo después de que estalló la acción laboral.

La empresa primero insistió en que sólo hubo un mínimo efecto sobre la producción, pero después admitió que ésta se había reducido a 70 por ciento de su capacidad. La tarde del viernes la empresa y los trabajadores aceptaron la intermediación de un representante de la Iglesia católica para negociar una salida a la crisis. Horas después se logró un acuerdo festejado por los trabajadores, el sindicato y sus simpatizantes, ya que marcaba la primera vez que Smithfield aceptó dialogar directamente con representantes de los trabajadores para un asunto de política laboral, y en que se logró un acuerdo por escrito en el que la empresa cedió ante la demanda de suspender, por ahora, la práctica de despedir a empleados ­algunos con años de antigüedad­ por falta de documentación.

El padre Carlos Arce de la iglesia de San Antonio, en Red Springs, fue el intermediario que después de cuatro horas anunció el acuerdo preliminar, el cual incluye la programación de una reunión más entre representantes de los trabajadores y la empresa este martes para continuar hablando del asunto. Por lo pronto, los trabajadores regresaron a sus turnos.

"Estamos complacidos de que la empresa pudo trabajar con los empleados y los representantes de la Iglesia para alcanzar un acuerdo", declaró Dennis Pittman, vocero de Smithfield. El acuerdo por escrito difundido por la empresa establece que se otorgará más tiempo a los trabajadores al responder a solicitudes para arreglar sus documentos, el retorno a sus trabajos de más de 50 cesados por estas razones y promete no tomar acciones disciplinarias contra los participantes en la huelga.

Sin embargo, la empresa afirmó que tendría que seguir cumpliendo con las leyes de migración, aunque al parecer está dispuesta a negociar cómo proceder sobre este punto en negociaciones con los trabajadores.

El conflicto entre trabajadores y la empresa ha durado años y este acuerdo no resuelve la gran disputa sobre la sindicalización de la fuerza laboral. Por lo tanto, ésta fue sólo una batalla en lo que muchos esperan será una larga lucha, ya que la empresa ha intentado detener la sindicalización de esta planta justo en uno de los estados sureños famosos por la ausencia de leyes de derechos laborales y autoridades antisindicales.

"El hecho de que la empresa fue obligada a resolver una disputa con sus trabajadores es un paso muy importante", algo que representa un "punto histórico" en esta lucha, consideró Gene Bruskin, coordinador de la campaña de sindicalización de Smithfield promovida por el UFCW. Además, dijo, fue algo sin precedente que trabajadores inmigrantes latinos encabezaran una acción de estas dimensiones. "La abrumadora mayoría eran mexicanos ­pero también había algunos hondureños­ que realizaron esta acción", comentó Bruskin a La Jornada vía telefónica esta noche. "Lo que está sucediendo es algo verdaderamente impresionante".

Smithfield ha resistido con varias tácticas la sindicalización de sus plantas y ha sido formalmente acusada y enjuiciada varias veces por violaciones a derechos laborales en múltiples tribunales. El año pasado Human Rights Watch elaboró una amplia investigación sobre las prácticas de la empresa y concluyó que existían "violaciones sistemáticas de los derechos humanos" de sus trabajadores. La empresa también ha sido denunciada por sus tácticas de intimidación, de despido de trabajadores que participan en el esfuerzo de sindicalización y por promover divisiones raciales entre los latinos, afroestadunidenses y blancos que trabajan en la planta.

Por eso la acción de protesta del jueves y viernes fue aún más sorprendente no sólo en que los trabajadores se atrevieron a suspender labores en un clima hostil, sino que se expresaron muestras de una nueva solidaridad entre los latinos que encabezaron la acción y afroestadunidenses y anglos en la planta.

Los trabajadores mexicanos de Smithfield junto con miles de paisanos y simpatizantes en esta zona participaron en las históricas marchas y acciones de defensa de los derechos de los inmigrantes el primero de mayo de este año, y esta planta fue obligada a suspender operaciones ese día. Los mismos ahora encabezan una de las luchas de derechos laborales, incluido el derecho de sindicalización, más dinámicas y ambiciosas hoy día en Estados Unidos.

Por lo tanto, las acciones en esa remota esquina del país ­el pueblito de Tar Heel, Carolina del Norte­ ha generado gran atención en algunos de los principales medios nacionales de este país. La lucha laboral en este frente determinará en cierta medida el futuro del movimiento sindical estadunidense y, a la vez, es un frente más en la lucha trasnacional por los derechos de los migrantes en este hemisferio.





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