Poco tienen que ver los programas culturales que presentaron los pueblos zapatistas al inicio de la guerra con los que mostraron en el reciente Encuentro entre los pueblos zapatistas y los pueblos del mundo. Hace 13 años los bailes, las obras de teatro y las canciones eran presentadas por los llamados "grupos juveniles" de los pueblos, quienes se encargaban de organizar a los niños y adolescentes para la elaboración de un programa cultural. Estos grupos juveniles eran alentados por los insurgentes e insurgentas del EZLN, quienes en los primeros años también presentaban en actos abiertos obras de teatro, poesía coral, un repertorio de canciones revolucionarias, bailes y otras actividades que formaban y forman parte de su vida de montaña. El primer programa cultural que presentaron para un público externo fue el 8 de marzo de 1994, en ocasión del día internacional de la mujer, en la comunidad de Prado Payacal.
Hoy, por lo que se pudo apreciar en el encuentro, la mayor parte de los números culturales son organizados por las escuelas autónomas. Se trata de niños y niñas que nacieron dentro de la resistencia, una generación que estaba en brazos o aún no nacía en 1994, año en el que era imposible ver a un niño de 6 años leyendo o recitando una poesía completa y, mucho menos, a una niña.
Las actividades artísticas, tal como lo explicaron los promotores de educación autónoma, son parte integral de la formación zapatista. Hay escuelas en las que se imparten 11 materias, de las cuales seis se relacionan con el arte y el deporte. En estas actividades se reivindican las raíces indígenas de cada región, sin cerrarse a expresiones novedosas que no necesariamente forman parte de su cultura. De esta manera se pueden ver pinturas en las que los niños y niñas expresan pasajes de su resistencia con elementos de la vida comunitaria; un número de una desconcertante y formal rutina de tae kuan do; una obra de teatro que muestra el antes y el ahora en cuestiones de educación; una canción que, al ritmo de La cucaracha, habla de cómo evitar la deshidratación en los niños; un número musical con instrumentos tradicionales; una poesía revolucionaria; un baile regional; un amplio, y un tanto atípico, repertorio de adivinanzas, todo esto filmado por un grupo de videoastas autónomos y grabado por las radios comunitarias y Radio Insurgente.
Sin duda falta mucho por hacer en estos pueblos, pero en el arte y la cultura van ganando...
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