El pretexto de la movilización castrense fue la búsqueda de sembradíos de mariguana
■ Pobladores de Hermenegildo Galeana y San Alejandro los rechazaron con machetes y palos
San Cristóbal de las Casas, Chis., 5 de junio. Ayer miércoles 4 de junio se registró una incursión militar y policiaca en las inmediaciones del caracol zapatista de La Garrucha, en la que participaron unos 200 “provocadores”, como los calificó hoy la junta de buen gobierno (JBG) El camino del futuro. La incursión fue en las comunidades Hermenegildo Galeana y San Alejandro, donde los pobladores, todos bases de apoyo del EZLN, los rechazaron con machetes, palos, hondas y resorteras
La JBG precisa que el operativo consistió en una columna de diez vehículos y una tanqueta: “convoy militar, seguridad pública, policía municipal y Procuraduría General de la República”. A las 9 de la mañana, “hora sur oriental”, tres vehículos militares se detuvieron a 30 metros de la sede del caracol Hacia un nuevo amanecer, “y bajan cuatro soldados, como queriendo flanquear al pueblo de La Garrucha, aprovechando nuestro camino del trabajadero colectivo de milpa”. El pueblo reaccionó para rechazarlos. “Al instante, los soldados suben a su carro y siguen su camino, mientras otros más adelante intimidan a la población tomando películas y fotografiando”.
Procedente de la base de Patiwitz, se incorporó otro convoy del Ejército federal en dirección a la ranchería Rancho Alegre o Chapuyil. “Se bajan de sus carros y agarran rumbo a Hermenegildo Galeana, acusando que en ese pueblo tienen sembradillos de mariguanas”. La JBG argumenta: “Toda la zona zapatista de La Garrucha y sus autoridades autónomas somos testigos que no existen plantíos, sólo zapatistas y trabajadero de milpa y platanar, y están dispuestos a luchar por libertad, justicia y democracia”.
Un centenar de soldados, además de policías, “se disponen a enfrentar al pueblo de Galeana; todos los represores se pintan la cara para confundirse, caminan unos tramos del camino y se meten al monte y así van avanzando rumbo al pueblo.” Los guía Feliciano Román Ruiz, policía municipal de Ocosingo.
En Galeana, “hombres, mujeres, niñas y niños se organizan para rechazarlos dispuestos a lo que salga”. A medio camino se encuentran indígenas y tropas “y comienza el alboroto; llenos de coraje, los zapatistas dicen a los soldados que regresen, que no los necesitan aquí”. Los soldados alegan “saber” que allí hay mariguana “y vamos a pasar a huevos”. Los indígenas sacan machetes, palos, piedras, resorteras, hondas “y todo lo que haya en el alcance de la mano, y empieza el rechazo”.
Retrocediendo, los soldados amenazaron con volver en 15 días y tomaron rumbo a San Alejandro, pueblo zapatista, donde esperaban 50 soldados y 10 policías municipales. Los soldados “dejaron pisoteado el sembradillo de maíz”. En San Alejandro “60 represores provocadores se posicionaron como dispuestos al enfrentamiento; reacciona el pueblo y rechaza a la fuerza federal”. En las acciones participaron soldados de las bases de Toniná, Patiwitz y San Quintín.
La JBG advierte que si hubiera enfrentamiento, sería provocado por Felipe Calderón, Juan Sabines y Carlos Leonel Solórzano (presidente municipal panista de Ocosingo). “No somos narcotraficantes, somos lo que ya saben, hermanos y hermanas de México y del mundo. Está claro que vienen por nosotros, los y las zapatistas, y estamos dispuestos de resistir y si es necesario cumplir nuestro lema: vivir por la patria o morir por la libertad”.
La junta concluye: “No queremos guerra, queremos paz con justicia y dignidad. No nos queda de otra, defender, rechazar y resistir porque nos vienen a buscar para enfrentarnos. Sólo nos queda decirles que vean por dónde viene esta provocación. Ahí los estamos informando, si es que nos da tiempo”.
Las autoridades zapatistas se manifestaron especialmente preocupadas, pues se trata de una provocación militar cuantitativa y cualitativamente mayor a las que han venido ocurriendo en la pasada quincena, además de que el riesgo de un inminente enfrentamiento estuvo latente. La Garrucha es, además, el lugar donde se supo más recientemente de la presencia del subcomandante Marcos.
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