(Tomado de La Jornada)
¿Es la frustración o la venganza lo que hace que Israel arroje bombas a inocentes?
Qlaya, Sur de Libano, 25 de julio. La batalla por el sur de Líbano tiene dimensiones épicas, pero desde las alturas de Khiam los israelíes parecen estar en serios problemas. Sus aviones F-16 aparecen en el cielo, resplandecientes en el sol -pequeños peces plateados cuyos murmullos se escuchan más fuertes a medida que descienden-, sus bombas estallan sobre la vieja prisión tomada por Hezbollah. Pero más allá de la frontera puedo ver fuegos rabiosos que arden a lo largo de las colinas y nubarrones de humo que se elevan sobre el asentamiento judío de Metullah.
Nadie creía que fuera así, tras 13 días de asalto israelí contra Líbano. Los katiushas aún salen por pares de Khiam, dejando blancas ráfagas en el cielo e impactando contra las colinas y ciudades fronterizas israelíes. ¿Es la frustración o la venganza lo que hace que Israel siga arrojando bombas sobre inocentes? En las primeras horas del martes una tremenda explosión me despertó, sacudió las ventanas e hizo estremecer los árboles, y un enorme destello se levantó en el cielo al oeste de Nabatea. Así, las vidas de una familia de siete miembros quedaron extintas.
Y ¿cómo fue -esto es algo que obsesiona a organizaciones humanitarias que trabajan en Líbano- que los israelíes bombardearon dos ambulancias en Qana, matando a dos de los heridos que transportaban e hiriendo a un tercer civil por segunda vez en un día? Todo el personal resultó lesionado; un trabajador tiene un trozo de metralla clavado en el cuello, pero lo que preocupó a la Cruz Roja Libanesa fue que los misiles israelíes atravesaron el centro mismo de la cruz roja pintada sobre cada vehículo. ¿Los pilotos usaron la cruz como blanco de tiro?
El bombardeo de Khiam ha provocado sus propios incendios en las colinas al sur de Qlaya, donde los habitantes cristianos maronitas ven todo desde un camino en lo alto de la zona montañosa, como espectadores de una batalla del siglo XIX.
Khiam es -o era- una bonita aldea de casas con entradas de piedra y ventanas de herrería decorativa, pero el objetivo de Israel es la famosa prisión que ahí se encuentra; antes del retiro israelí de Líbano en 2000, el Ejército del Sur de Líbano (ESL, aliado de Israel) usó el penal para detener y torturar con electricidad a cientos de miembros de Hezbollah y a sus familiares.
Este fue el mismo complejo carcelario, ahora convertido por Hezbollah en Museo de la Tortura, que el finado Edward Said visitó poco antes de morir. Muchos miembros de Hezbollah fueron encerrados aquí en celdas subterráneas construidas por el antiguo mandato francés debajo del fuerte. Estos mismos hombres combaten ahora a los israelíes y casi seguramente se refugian de sus embates en las mismas celdas en las que una vez languidecieron, y puede que hasta almacenen ahí sus misiles.
En Marjayoun, vecina de Qlaya, donde alguna vez se alojaron los cuarteles del ESL, las tropas libanesas tratan desesperadamente de defenderse, como si fueran guerrilleros de Hezbollah usando las calles de este poblado católico griego para disparar más misiles contra Israel. Patrullas formadas por siete militares se mueven por los callejones de ambas aldeas por la noche, por si a Hezbollah se le ocurre dar más motivo para que Israel arroje más bombas sobre nuestras cabezas.
En la guerra, todos los sentidos se agudizan. El amanecer, los pájaros, la música, las flores; todo adquiere un nuevo significado. Una familia aún habita la pequeña casa frente a la mía y vi una mujer, al atardecer, recogiendo vegetales de su huerto para la cena, e ignorando los aullidos del avión israelí que surcaba el cielo y los siniestros cambios en la presión del aire provocados por las bombas.
En Beirut, uno observa la estupidez de las naciones occidentales entre divertido y horrorizado, pero estar sentado aquí en estos poblados de las colinas y escuchar que la secretaria de Estado estadunidense, Condoleezza Rice, planea rediseñar Líbano es claramente una lección sobre la capacidad humana de autoengaño.
Según los corresponsales estadunidenses que acompañan a Rice en su visita a Medio Oriente, ella propone la intervención de una fuerza encabezada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a lo largo de la frontera libanesa-israelí que dure ente 60 y 90 días, para garantizar un cese del fuego. Después de esto se desplegará por todo Líbano una fuerza encabezada por la alianza atlántica, de mayor tamaño, que se encargará de desarmar a Hezbollah y de entrenar al ejército libanés antes de que éste sea también desplegado en la frontera.
Este plan, que al igual que todas las propuestas estadunidenses es exactamente lo mismo que Israel exige, contiene la misma calidad de arrogancia mentirosa que las palabras que pronunció la semana pasada el cónsul general israelí en Nueva York al afirmar que "la mayoría de los libaneses aprecia lo que estamos haciendo".
¿Cree Rice que Hezbollah quiere ser desarmado, aunque sea en los términos de la resolución 1559 del Consejo de Seguridad? ¿No hubo ya una fuerza de la ONU en Beirut que huyó de Líbano después de que un grupo cercano a Hezbollah atentó contra una base de marines de Estados Unidos en el aeropuerto de Beirut, en 1983, matando a 241 soldados estadunidenses y a decenas de uniformados franceses, segundos más tarde? ¿Alguien cree que las fuerzas chiítas musulmanas no harán lo mismo con cualquier fuerza de "intervención" de la OTAN?
Hezbollah ha estado esperando, entrenándose y soñando con esta guerra durante años, por más inescrupulosas que juzguemos sus acciones. No van a entregar un territorio que liberaron del ejército israelí con una guerra de guerrillas de 18 años, mucho menos van a entregársela a una OTAN que actúa a pedido de Israel.
El problema radica, con toda seguridad, en que Estados Unidos ve este baño de sangre como una "oportunidad" y no como una tragedia; como la ocasión para humillar a los simpatizantes de Hezbollah en Teherán y ayudar a diseñar un "nuevo Medio Oriente" sobre el cual Rice habló de manera tan insulsa. De hecho, es más probable que esto sea usado por Siria para humillar a Israel y a Estados Unidos en Líbano.
Por supuesto, Hezbollah ha traído la catástrofe a sus correligionarios. Por todo el valle de Beeka, los largos y peligrosos caminos llenos de cráteres por los que tuve que viajar para llegar a Qlaya estaban desiertos salvo por algunos hombres conducidos por hombres en pánico cuyas familias estaban atiborradas en los vehículos y que sacaban sábanas blancas por las ventanas en la esperanza lastimera -después de todos los bombardeos israelíes contra civiles- de que eso pudiera protegerlos de alguna manera.
El único civil al que vi caminando por estos caminos aterradores era un pastor de cabras que guiaba a sus animales en torno a los enormes cráteres. Al hablar con él descubrí que está casi totalmente sordo y no oye las bombas. En esto, al parecer, tiene mucho en común con la secretaria de Estado Condoleezza Rice.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
Foto Reuters. Presuntos bastiones de Hezbollah fueron bombardeados ayer por Israel en Beirut. Mientras Kofi Annan, secretario general de la ONU, exigió una investigación del ataque israelí a un puesto del organismo mundial en el que murieron cuatro personas, 10 movimientos palestinos con base en Siria se pusieron ''a disposición'' de la milicia chiíta para enfrentar a Tel Aviv
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