Aumenta el número de comunidades que se adhieren a la otra campaña
Selva Lacandona, Chis. 2 de febrero. La otra campaña no sólo ha recorrido el país y ha traspasado las fronteras. También en comunidades de la selva lacandona, donde comparten el territorio, indígenas que nunca fueron zapatistas, o lo dejaron de ser al paso de la contrainsurgencia y los dolores de 13 años de guerra de baja intensidad, la propuesta de una organización política nacional "de nuevo tipo", contenida en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, ha encontrado respuesta como quizá ninguna otra iniciativa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en más de una década.
Sebastián Jiménez Clara, del pueblo Salvador Allende, en la denominada región Candelaria de Montes Azules, habla por primera vez ante un medio de comunicación sobre el proceso de cooptación que enfrentaron las organizaciones indígenas después del levantamiento armado, de la división de los pueblos que aceptaron proyectos gubernamentales, del "coraje" de sentirse traicionados, de su relación con el EZLN y de la reciente y creciente incorporación de cientos de familias de la selva a la otra campaña.
"Nunca he sido zapatista. No entramos al EZLN porque no lo entendimos bien y tuvimos miedo de ir a la guerra. Era como un escándalo para nosotros. Aparte de que pertenecemos a otra organización política, la ARIC Independiente" (ARIC-I), expresa.
Hubo un tiempo, dice, "que trataron de orientarnos los zapatistas, pero no nos sumamos. Nos consta que desde el principio el gobierno cooptó mucha gente para dividir a las comunidades. Como había mucha motivación por el levantamiento, el gobierno hablaba con los que no éramos zapatistas para que no nos pasáramos de ese lado, y aparte hablaba con los que sí eran para sacarlos de la organización". Sin embargo, "siempre compartimos cosas con ellos y a veces llegamos a acuerdos. Ahora unos dicen que como entramos a la otra entramos al zapatismo, pero no".
La región Candelaria nace en 1994, antes se llamó Amador. Un grupo se fue con el gobierno y se retiró del lugar, y el resto estableció consensos. "La ARIC-I es política, fundamentalmente para luchar por la tierra, desde cuando se estaba defendiendo la brecha lacandona. En 1975 se organizan masivamente la defensa y la resistencia y nace la Quiptik, fundamento de la ARIC. Con la declaración de guerra de los zapatistas nos sentimos apoyados. Estábamos muy presionados por el gobierno para el desalojo y nos coordinamos con el EZLN para defendernos".
Según Sebastián, "para todos hubo un antes y un después de la guerra". Con el levantamiento "y la alarma nacional, el gobierno volteó no para atender reclamos, sino para cooptar dirigentes. Agarraba familia por familia y ofrecía dinero y proyectos. Desde 1994 empezó a desarrollar proyectos de contrainsurgencia para dividir a las comunidades, desmantelar a las bases zapatistas y que las otras organizaciones no se fueran con ellos".
En Salvador Allende, días antes del levantamiento, empezó a llegar el Procampo. La Secretaría de Desarrollo Social ofreció proyectos productivos. "Puras láminas. Luego ofrecieron agua potable y otras cosas. La estrategia consistía en darle a una comunidad y a otra no. O en una misma comunidad seleccionaban sólo a unas cuantas familias para enfrentarlas. Nosotros ya habíamos decidido no aceptar proyectos que dividen. En eso estábamos cuando llega la Sexta. La leímos atentamente, lo estudiamos en el papel. Vimos que trae una idea de coordinar las organizaciones. Es una iniciativa de platicar juntos lo que queremos. Sentimos entonces que es el debido momento de unirnos".
Los indígenas consideraron que la ARIC-I "estaba equivocando el camino, se estaba nomás llenando de proyectos". En tanto, "escuchamos que otras organizaciones se están sumando a la Sexta".
Cuatro comunidades de la región deciden entrarle: Salvador Allende, Corozal, San Manuel, San Martín y parte de Candelaria. "Fuimos a buscar a unos compas del EZLN para que nos platiquen cómo es la Sexta. Ellos se abrieron con nosotros y nos explicaron. Regresamos a nuestros pueblos y les platicamos. Vemos que el objetivo de la otra es el consenso de luchas para un movimiento nacional y hacer frente al capitalismo. Sentimos que si nos hacemos parte de este movimiento ¿dónde vamos a estar como organización, comunidad, familias o personas? Buscamos consenso, pero no quedó ahí la cosa. No es un reclutamiento, es un refuerzo de nuestra propia organización. Fuimos familia por familia. Si una dice que no, la respetamos, no nos vamos a dividir."
En la otra, añade, "nos dicen 'llevas el rostro de tu organización, tu autonomía, tu forma de lucha y de hablar', y eso fue lo que nos gustó; en otros momentos pensamos que si queríamos ir con los zapatistas teníamos que dejar la organización a la que pertenecemos". Para Sebastián, la otra "es un movimiento de organizaciones, experiencias, estrategias y planes de lucha. Es la unidad sin dejar tu organización. Ahora soy ARIC-I y soy zapatista de la otra campaña".
Reconoce que no faltan "malos entendidos". El gobierno "ofrece, pero estamos claros qué podemos recibir y qué no. También estamos en una resistencia". Con los programas "viene la maldita división; eso quiere el gobierno, mientras la otra dice: 'no voy a quitarte lo que tienes', ni 'ya sos de la otra, te prohíbo que agarres cosas'; lo que nos dice es: 'si tu organización agarra del gobierno, lo haces con conciencia, no te dejes comprar'".
Y explica: "Actualmente no dejamos entrar los proyectos del gobierno", aunque reconoce "hay otras de la ARIC-I que sí, y por eso tienen muchos problemas". En cuanto al proceso de adhesión, el representante tzeltal dice: "Todo ha sido muy alegre. En la región ya habíamos insistido en buscar coordinación con los zapatistas. Ahora que llega la Sexta son ellos los que la buscan. Así empezamos a platicar con los hermanos y vemos que es el momento caliente de encontrarnos".
En su región, en Montes Azules, seis comunidades siguen amenazadas, incluyendo Salvador Allende, que está en proceso de regularización. Las otras son San Gregorio, San Manuel, Samaritano, Corozal y San Antonio Miramar.
De los nuevos gobiernos federal y estatal, Sebastián no espera nada. "En su tiempo confiamos en Pablo Salazar y salió al revés. Hasta nos movilizamos para su elección, pero lo único que hizo fue atraer dirigentes y el pueblo quedó con la misma situación. Traicionó al pueblo que confió en él."
El sentir de las comunidades es de "coraje y luego de incredulidad". Tienen "rabia del gobierno que pasó". Salazar hablaba de los acuerdos de San Andrés y de la iniciativa de ley, y "con esa máscara pensamos que iba a hacer algo por los pueblos indígenas. Ahora sabemos que él puso a Juan Sabines, y ahí va a estar peor la cosa.
"Es apenas, después de 13 años, que encontramos este espacio de participación política. La otra no ofrece cargos ni promete, es más bien el trabajo de la autonomía. Lo que no buscamos es ser más grandes que el pueblo. Desde muy antes nos sentimos compañeros del EZLN. Aquí, en la selva, los zapatistas no son otro grupo u otras familias; somos los mismos. Están mis primos, tíos, padrinos, hijos de algunos o nietos. No podemos ser enemigos."
Tampoco niega los conflictos: "Hay regiones donde la política gubernamental fracturó familia por familia. Por más grande que sea la ARIC-I, si no forma parte de la otra se está quedando en un rincón solita, y entonces qué va a pasar con el movimiento nacional. Somos compañeros de los que están en la otra en todo México, como en Atenco o en Oaxaca. También vemos nuestra situación de amenaza en Montes Azules, la matanza en Viejo Velasco Suárez, y puede pasar ahora algo peor ¿y dónde vamos a estar? ¿Quién va a hablar por nosotros? Ahora somos orgullosamente de la otra, formamos parte del movimiento y también nos sentimos protegidos por las bases zapatistas y los compañeros adherentes de todo el país".
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