Desde el principio se observó la tendencia a reducir a la APPO a las movilizaciones. Se pensaba que la magnitud de las marchas era la medida de su fuerza. Ulises Ruiz recurría al acarreo para superarla en la calle. Quería mostrar que iban tablas: una en favor, otra en contra; tantos cientos de miles allá, tantos cientos de miles acá. Nunca logró alcanzar los números y mucho menos la calidad de lo que organizaba la APPO.
Se celebra hoy el regreso de las marchas. Hay razón para ello. Es realmente asombroso que la gente venza su bien fundado miedo y que 100 mil personas salgan de nuevo a la calle. Sin embargo, las contabilidades llevan a pensar que la APPO se ha debilitado. Las marchas de hoy no alcanzan el nivel de ayer.
La reducción de este movimiento de movimientos a los números no permite ver su carácter ni entender lo que ahora ocurre. La APPO nunca fue movimiento de masas. Las masas están formadas por individuos. En ellas los hombres y mujeres reales son reducidos a la condición de átomos de una categoría definida y controlada por otros. Se les trata como tales, en los términos prescritos para la masa de individuos que constituyen cada categoría: pasajeros de un avión, afiliados al seguro social, trabajadores de una fábrica, votantes, militantes de un partido, participantes en una marcha...
En la masa la gente pierde movilidad. Las movilizaciones de un sindicato, un partido o un líder, definidas, organizadas y controladas desde arriba, tienden a desmovilizar a la gente. Enzensberger describió hace tiempo lo que ocurre. "Cuando digo movilizar quiero decir movilizar", señaló; "Que la gente sea más móvil de lo que es. Que tenga la libertad de un bailarín, la presencia de ánimo de un futbolista, el factor sorpresa de un guerrillero. Quien considera a las masas como objeto de la política no logrará movilizarlas; sólo quiere darles órdenes. Un paquete, por ejemplo, no tiene movilidad; sólo se le envía de un lugar a otro. Las concentraciones masivas, las marchas y los desfiles inmovilizan a la gente. La propaganda que no da rienda suelta a la autonomía, sino que la paraliza, sigue el mismo patrón. Conduce a la despolitización".
A pesar de su resonancia radical, la palabra masa es de origen eclesiástico y burgués: reduce a la gente a la condición que comparte con las cosas materiales: ser medido por unidad de volumen. La ilusión de que la masa de consumidores controla al mercado, la masa de trabajadores al capital y los negocios, y la masa de votantes al poder político, sirve para esconder el estado de cosas real, en que la gente es continuamente despojada de poder político y económico.
Las grandes marchas de la APPO parecían formadas por masas. Algunos grupos pensaban que se había logrado al fin crear un "movimiento de masas". Y en las marchas, sin duda, participaron algunos individuos, seres separados de los demás, adscritos a alguna categoría, que decidían individualmente expresar así su adhesión al movimiento. En su mayoría, sin embargo, quienes han participado en la APPO no son individuos sino personas, nudos de redes de relaciones reales, que participan como tales y por lo general en grupo, a partir de decisiones tomadas en el seno de una comunidad, incluyendo, naturalmente, comunidades de amigos. No forman masas.
El tejido social orgánico que nutre a la APPO se observó hasta en las barricadas que se levantaron por la agregación de voluntades individuales, congregadas por la acción espontánea. Casi inmediatamente la barricada se convertía en un núcleo organizado y organizativo, que empezaba a extenderse a la colonia y a formar comunidad. Viejos y jóvenes, los rangos de edad que predominaban en las barricadas, nutrían mutuamente su experiencia y la extendían hacia otros. Ese tejido social dio lugar a toda suerte de expresiones. "Amor de barricada", la gustada sección de Radio Plantón, se llenó rápidamente de ejemplos. No había masas en las barricadas.
Este carácter del movimiento explica ahora la notable proliferación de iniciativas. Los múltiples grupos y comunidades que son la APPO están emprendiendo acciones innumerables e incesantes, a pesar de la sombra represiva que cubre el ambiente. El movimiento cobra así nuevo impulso y revela su carácter, concentrado en una transformación profunda de Oaxaca, cuyo sentido se hace cada vez más evidente.
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