La labor en la reserva permite el intercambio de conocimientos entre comunidades
Huitepec Ocotal, Chis. 10 de julio. La primera reserva ecológica indígena y autónoma del país, creada en marzo de este año por la junta de buen gobierno zapatista de Oventic, busca proteger un área boscosa de gran valor, amenazada por el crecimiento urbano de San Cristóbal de las Casas, la depredación ambiental y el saqueo de empresas trasnacionales.
Esta resistencia ecológica se ha convertido en un trabajo colectivo para centenares de bases de apoyo zapatistas que se turnan en el campamento instalado aquí. En las afueras de la reserva está el "campamento civil por la paz", desde donde acompañan el proceso miembros de la otra campaña y la sociedad civil nacional e internacional.
En los tiempos en que el gobierno federal del Partido Revolucionario Institucional exploraba recetas para atender las demandas del alzamiento indígena o enfrentar el desafío insurgente con algo más que la militarización de las comunidades, los delegados gubernamentales sugerían hacer de los zapatistas una especie de "guardabosques" armados. Hoy sabemos que los gobiernos optaron por la contrainsurgencia militar y económica, que desde 1996 es la única "negociación" federal para los rebeldes.
Irónicamente, toda una vuelta tuvieron que dar las comunidades a través de su autonomía para devenir guardabosques, a su modo y desarmadas, como en el caso de la reserva comunitaria establecida por la JBG de los Altos en el cerro Huitepec para evitar que esta pequeña joya de la naturaleza sea destruida.
Aquí hay depredación a gran escala y la "hormiga", como la que intentan algunos pobladores del vecino pueblo de Alcanfores, unos para sacar su leña, otros para tirar árboles y entregarlas a empresas madereras. Se agregan otros problemas de cuando un área determinada se reserva. "Hay gente que trae a pasear sus borregos. Se les dice que ya no está permitido meter los borregos. Unos entienden, otros ofenden a los compañeros y dicen de mala manera que tienen abogado. Les decimos buenamente que no se pueden hacer esas cosas".
El indígena responsable del campamento menciona algunos episodios recientes en los cuales las guardias han debido defender en los hechos el área natural protegida. "Salimos todos los días, en grupos, hacemos rondas. Estamos pendientes. Aquí no hay campos de siembra, sólo en las partes reforestadas del alrededor se cultivan flores".
Añade: "En la parte de abajo hay personas que sacan agua para las mangueras de su casa. Les da 'permiso' una señora que vende el agua. Le dijimos que si tiene problema de suministro, que vaya con la junta de buen gobierno. Ya no volvió, pero ya no saca el agua".
Proliferan residencias
Explica que "a los campesinos que sí necesitan agua, se les permite que la tomen", y añade que en las residencias (que proliferan en las faldas del Huitepec como parte de la especulación inmobiliaria que se cierne sobre el bosque) "la usan para sus jardines o sólo la tiran". En la parte baja "viven diputados, ex presidentes municipales, empresarios, y sacan para ellos el agua de la reserva". Además, "no respetan de tirar la basura, que por Alcanfores ya es mucha". Coca Cola embotella refrescos y agua simple al pie del Huitepec; la empresa "toma millones de litros con sus mangueras".
Todas estas historias suenan conocidas, han ocurrido por años en todo el país. Las propician el gobierno, la presión demográfica, el sistema económico y el apetito de los ricos por residir en los mejores lugares que quedan, donde viven los indios desde que fueron expulsados de los valles (que serían devorados por las ciudades).
Esta reserva comunitaria muestra que otro camino es posible, como ya lo hacen comunidades indígenas y campesinas de Centro y Sudamérica. Cada día hay más "campesinos ecologistas" en Chiapas y el país. Es común que se les persiga y criminalice, para imponer un conservacionismo privado y mercantilista, vinculado al capital trasnacional.
Muchísimos campesinos bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional están viniendo al Huitepec para hacer guardias rotatorias desde Magdalena la Paz, San Andrés Sakamch'en, San Juan de la Libertad, Santa Catarina Pantelhó, Polhó, San Juan Apóstol Cancuc y otros municipios autónomos tzotziles, tzeltales y zoques. Aprenden cosas que no sabían y aplican sus conocimientos tradicionales para preservar esta reserva ecológica indígena, autónoma y comunitaria.
Nuestro pensamiento es defender este bosque de agua, caminarlo, afirman
Zapatistas protegen la reserva ecológica de Huitepec de la avalancha modernizadora
En los alrededores más de 30 cerros han sido arrasados por trasnacionales
Huitepec Ocotal, Chiapas, 9 de julio. La "reserva ecológica comunitaria zapatista", establecida en los bosques del cerro Huitepec el pasado 13 de marzo, es vigilada día y noche por "rondas" de campesinos, bases de apoyo del EZLN, para evitar que se dañe el área mejor conservada, con dos limpios manantiales y bosques espesos de verde donde curiosamente no hay pinos, que es lo que abunda acá por los Altos de Chiapas. Más bien crecen robles, coronados de orquídeas y otras bromelias.
No es un sitio cualquiera este "cerro de agua" que sus pobladores también llaman "cerro de niebla", pues cada mañana los parajes y bosques deben separarse de las nubes. Duermen juntos. Recientemente, las presiones sobre los terrenos y sus recursos llegaron a un estado crítico: talamontes, constructores de residencias, robo de especies, saqueo de agua. De las cinco comunidades que habitan el Huitepec, sólo Huitepec Ocotal (segunda sección) ha determinado impedir el paso de la avalancha "modernizadora" de la vecina ciudad de San Cristóbal de las Casas, donde hasta hace poco ni siquiera se sabía de estos parajes de tan generosa naturaleza.
"Nosotros sabemos proteger el bosque. Nuestro pensamiento es defenderlo, caminarlo. No es sólo por el gobierno, como quiera lo vamos a defender. Este cerro es lo único que tenemos para nuestros niños y nosotros", dice un hombre, quien responde a las preguntas del reportero rodeado por una decena de indígenas más, parte de la guardia. Algunos son de aquí, otros de Cancuc y Polhó, que se llegaron al Huitepec a montar la guardia del campamento zapatista, y que se van rotando con centenares, quizá miles de campesinos tzeltales y tzotziles, bases de apoyo zapatistas de los Altos y los valles de Amatenango y Venustiano Carranza.
Las laderas del cerro siguiente pertenecen a San Nicolás, Zinacantán. Empinadas milpas cuidadosamente cultivadas por los campesinos de enfrente, que no pertenecen a la comunidad de pueblos del Huitepec. "Respetan. Vienen y nos dicen que 'por qué los demás no piensan como ustedes, sabemos de siempre que esto es de ustedes, y lo cuidan mejor que ellos'", prosigue el indígena, uno de los responsables del campamento.
"Mi papá nació aquí. Tiene 80 años. Aquí nacieron sus abuelitos, y nosotros. Somos originarios de acá". Así, expresa con sencillez los argumentos que más odia el neoliberalismo rampante, pues resisten desde derechos primordiales sagrados y colectivos.
Algunos comuneros de Las Palmas, Alcanfores y Sección Uno han vendido terrenos a inmobiliarias o compradores privados, no pocas veces extranjeros. Estos terrenos, con vocación y fertilidad agrícola fuera de serie, son codiciados por las trasnacionales del agua, la industria turística, los madereros, las constructoras.
Al otro extremo del valle de Jovel pueden verse los estragos de esta voracidad. Más de 30 cerros están en proceso de destrucción, algunos como Salsipuedes ya desaparecieron. El Huitepec sigue vivo. Vecino de las mejores tierras de Zinacantán, tiene milpas y hortalizas de rábano, cilantro, acelgas, calabaza y brócoli. Los campos de cultivo están separados con frecuencia no por alambradas ni estacas, sino hileras de avapandas moradas, lirios blancos o alcatraces, que aquí llaman "cartucho". Lo que no es bosque es jardín; hasta las milpas.
La humedad es tal que basta rascar la tierra para mojarse los dedos. El único momento en que habla otro indígena es cuando un hombre de suéter gris celebra: "Aquí hay muchos árboles de 'oventé'". Sólo conoce su nombre en tzotzil. Señala uno a 100 metros. Es más grande que los robles. "Su flor tiene un aromita", dice con deleite, rozándose las yemas de los dedos.
El gobierno estatal decidió declarar área natural protegida este mismo bosque de 102 hectáreas, superponiendo a la reserva (creada con el respaldo la junta de buen gobierno de Oventic) un decreto que entrega la "reserva" al municipio oficial de San Cristóbal. Fue propuesta del ex gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, en reacción al anuncio zapatista de que se crearía esta reserva comunitaria, y la heredó el gobierno de Juan Sabines hijo. Los intereses son muy grandes. La Coca Cola ya puso una inmensa embotelladora al pie de Alcanfores. El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo avala los reclamos y la resistencia de los indígenas, pero bísnes is bísnes.
La reserva zapatista colinda con otra, privada, a cargo de Pronatura. "Ellos ven la protección como negocio. Si vinieran aquí como llegaron allá, iban a hacer una gran travesura, traer cantidad de turistas y ensuciar los manantiales". Por lo pronto hace un par de semanas ya impidieron que presuntos empleados del ayuntamiento coleto sembraran pinos, que ni siquiera son naturales de estas partes del "cerro de agua".
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