Por Amy Goodman
Cuando el Presidente Barack Obama hizo su aparición pública con el Presidente turco Abdullah Gul el lunes, en el marco de su primer viaje a un país musulmán, agentes federales de Estados Unidos se preparaban para arrestar a Youssef Megahed en Tampa, Florida. Apenas tres días antes, el viernes, un jurado de un tribunal federal de distrito de Estados Unidos lo había absuelto de los cargos de transportar ilegalmente explosivos y de posesión de un artefacto explosivo.
Al reunirse con Gul, Obama prometió “diseñar una serie de estrategias que puedan resolver la división entre el mundo musulmán y Occidente y hacernos más prósperos y más seguros”.
Al ser absuelto por un jurado integrado por sus pares, Youssef Megahed pensó que estaba seguro, de regreso con su familia. Se había anotado en su último curso en la Universidad de South Florida que le permitiría obtener su título universitario. Luego, la pesadilla de la que acababa de salir, volvió. Su padre me dijo: “Ayer, cerca de las doce en punto del mediodía, llevé a mi hijo a comprar algo a Wal-Mart, que está en Bruce B. Downs, cuando recibimos una llamada de nuestro abogado diciendo que nos encontráramos con él de inmediato, por algún motivo. Por eso salí de la tienda, y cuando llegamos al estacionamiento, nos vimos rodeados por más de siete personas. Vestían ropa normal sin placas ni identificación de ningún tipo, nos rodearon y me entregaron un papel. Y me dijeron, ‘Firme esto.’ ‘Firmar esto, ¿Para qué?’, pregunté, ‘¿Esto, para qué?’ Me dijeron ‘Vamos a llevarnos a su hijo porque vamos a deportarlo’”.
Mientras avanza el procedimiento de deportación, Youssef Megahed está bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Las acusaciones son las mismas por las que fue absuelto. En agosto de 2007, Megahed y un compañero suyo, también estudiante de la Universidad de South Florida, hicieron un viaje en auto a Carolina del Sur y del Norte. Cuando fueron obligados a detenerse por exceso de velocidad, los policías descubrieron algo en el baúl del auto, que describieron como explosivos. El otro acusado junto a Megahed, Ahmed Mohamed, dijo que eran fuegos artificiales caseros.
Los fiscales hiceron referencia a un video en Internet realizado por Mohamed, en el que se dijo que enseñaba cómo convertir un juguete en un detonador de explosivos. Ante la posibilidad de pasar 30 años tras las rejas, Mohamed hizo un acuerdo para declararse culpable y ahora cumple una condena de 15 años. Youssef Megahed se declaró inocente. El jurado federal del juicio estuvo de acuerdo con los argumentos de la defensa de que era un pasajero accidental y totalmente inocente de cualquier acto ilícito.
Aquí es donde entra el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. A pesar de que se levantaron los cargos penales en su contra, resulta que la gente aún puede ser arrestada y deportada por los mismos cargos. La Constitución de Estados Unidos protege a la gente de ser acusada dos veces del mismo delito. Pero en el turbio mundo de la detención de inmigrantes, resulta que arrestar a alguien dos veces por el mismo delito es totalmente legal.
Ahmed Bedier, el presidente del Consejo de Derechos Humanos de Tampa y co-conductor de “True Talk”, un programa sobre temas mundiales que se transmite en la radio comunitaria de Tampa WMNF, y se centra en los musulmanes y los estadounidenses musulmanes, critica los permanentes ataques del gobierno federal contra la comunidad musulmana estadounidense y señala en particular a la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el Terrorismo (JTTF, por sus siglas en inglés). Bedier dice que la JTTF “no solo incluye a agentes federales del FBI, sino también a inspectores postales, agentes del Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés), subinspectores de policía locales y sub comisarios de policía y todo tipo de agentes del cumplimiento de la ley”, y cuando un organismo no logra detener a un individuo, otro organismo entra en escena. “Es como un pulpo”, dice.
Cuando el veredicto de “inocente” fue leído en el tribunal el viernes pasado, el padre de Youssef Megahed, Samir, se acercó a los fiscales. Bedier describe lo que hizo: “Sorprendió a mucha gente. Se acercó a los fiscales, la gente que había estado tras su hijo durante varios años, y les dio la mano, extendió su mano, y le dio la mano a los fiscales y a los agentes del FBI, y lugo también le dio la mano al juez. El juez le dio un apretón de manos a Youssef, y le deseó ‘buena suerte en el futuro’. Y pensaron que estaban, ya sabes…el caso había terminado”.
El Presidente Obama dijo en Turquía: “No nos consideramos una nación cristiana, ni una nación judía, ni musulmana. Nos consideramos una nación de ciudadanos unidos por ideales y un conjunto de valores”.
Hasta el lunes, Samir Megahed elogiaba el sistema judicial de Estados Unidos. Me dijo en Democracy Now “Me siento feliz, y estoy muy orgulloso porque el sistema funciona. Y siento felicidad porque el jurado eligió el final feliz para la historia mala, que tuvo a mi hijo detenido durante dos años”. En una conferencia de prensa luego del arresto de su hijo por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, dijo: “Estados Unidos es el país de la libertad. Creo que no hay libertad aquí. Para los musulmanes no hay libertad”.
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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2009 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
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