En esa zona de Chiapas han vivido semiesclavitud, expulsión, insurección y persecución
Ante observadores tojolabales zapatistas denuncian que la UES se propone desalojarlos
Nuevo Poblado 24 de diciembre, chis., 12 de marzo. Necesitaron dos revoluciones y más de un siglo los hoy fundadores de 24 de Diciembre para conseguir la tierra. "Amanecimos aquí la madrugada del 25 de diciembre pasado", cuentan. Hay presentes ancianos, hijos, nietos y bisnietos, campesinos indígenas, todos de aquí, y que en pocas generaciones han pasado de la semiesclavitud a la expulsión, de ahí a la insurrección, la persecución del Ejército federal, y luego a una década de exilios que apenas termina ahora. Esta tierra suya nunca ha sido suya.
En un acahual recién tumbado, 31 familias zapatistas edifican modestísimas cabañas de madera en esta extensión, recuperada en 1994, pero no del todo, pues desde 1995 se estableció en esto, que fue el rancho El Momón, una base del Ejército federal que ahí está. Hasta finales de 2006, estos indígenas sobrevivieron "rentando terreno" en San Antonio Monterrey, la comunidad Altamirano, Montecristo y Matías Castellanos, en condición de desplazados y con el apoyo de sus "hermanos zapatistas", el concejo municipal autónomo de San Pedro de Michoacán, y más recientemente la junta de buen gobierno (JBG) de La Realidad.
Según la más anciana, estas tierras pertenecieron a Belisario Domínguez, a quien lo prócer no le quitaba lo latifundista. Y los indios, indios eran. "Aquí nacieron mi finado esposo y mis suegros", dice. Mientras en el país corrían el siglo xx y el reparto agrario, aquí los valles y montañas pasaban de mano a los herederos del patrón. Así fue dueño su yerno Matías Castellanos, a quien sus peones recuerdan como un hombre temible, y luego Absalón Castellanos Domínguez, quien los expulsaría de El Momón, donde ellos habían pedido la tierra, juntando para comprarla; la familia Castellanos nunca se las dio.
Pasaron al vecino ejido Nuevo Momón, donde devinieron ejidatarios y productores de café. Hacia 1990 entraron al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y se prepararon para la guerra contra el gobierno. Durante todo 1994, aquí comenzaba el territorio controlado por el ejército rebelde. El 9 de febrero de 1995 el presidente Zedillo ordenó al Ejército federal avanzar sobre las comunidades y perseguir a los zapatistas. El día siguiente, en estas inmediaciones cayó abatido el general Hugo Manterola, quien iba al frente de las tropas federales para ocupar la selva Lacandona.
"Fuimos los primeros que atacó el Ejército". Los zapatistas de Nuevo Momón debieron refugiarse montaña adentro, como los de Guadalupe Tepeyac. A diferencia de éstos, perdieron sus casas, tierras y derechos, pues los demás ejidatarios, todos miembros de la Unión de Ejidos de la Selva (UES), los despojaron de sus viviendas, pertenencias, cultivos y animales. "Aprovecharon que no estábamos", dice otro hombre.
Todavía no son tres meses de que terminó su peregrinar, y siguen amenazados, ahora por algunos dirigentes de la UES en Nuevo Momón, Cruz del Rosario y El Edén, dispuestos a desalojarlos, pues, alegan, este ex rancho es un "ejido" y les pertenece. "Sabemos que es mentira", añade el indígena, ante la brigada internacional de observación que recorre desde hace 10 días las comunidades zapatistas con amenazas de agresiones y despojo en distintas cañadas de la selva.
Hasta 1994, El Momón era una finca de 525 hectáreas, propiedad del ex gobernador Absalón Castellanos Domínguez. Fue recuperada por el EZLN pero, antes de que las bases zapatistas pudieran habitarla, llegó el Ejército federal e instaló en 44 hectáreas de la finca una gran base. Con tal vecindad, el resto quedó en semiabandono. Fue hasta que los zapatistas decidieron reunirse en un nuevo poblado que, en acuerdo con la JBG, vinieron finalmente a "recuperar".
"Los patrones sólo eran acaparadores. Los verdaderos dueños somos nosotros. Como dijo el general Emiliano Zapata, la tierra es del que la trabaja", añade otro hombre, relativamente joven, durante la exposición casi coral de los pobladores. En su mayoría mujeres y niños, pues los varones se encuentran en Montecristo esperando al Chómpiras (el camión de La Realidad) para traer acá las pertenencias del exilio.
"Las tierras están descansadas y libres", prosigue, desmintiendo a los de la UES, que aseguraban tener aquí cultivos de caña, café, maíz y frijol. Una muchacha interviene: "No hay nada sembrado. Para qué agrandar más lo que ellos tienen, puros pedazos de milpa". Y una mujer de edad: "Los vivientes que estamos aquí les respetamos esa milpa, los dejamos que la cosechen", y menciona unas plantas de café abandonadas de tiempo atrás.
Mientras los acusan de tirar el bosque, los de UES han saqueado madera y la han vendido. Ahora están agresivos. Destruyen a machetazos los sucesivos letreros que indican el camino a 24 de Diciembre. La policía sectorial realiza patrullajes diarios. "No sabemos para qué, no más se ponen en la entrada. A lo mejor nos vienen a desalojar", dicen los tojolabales zapatistas en la casi total intemperie, dispuestos a no dejar más estas tierras.
Fuente: La Jornada
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